Científicos y
ecologistas debaten sobre la seguridad del almacén nuclear de Villar de Cañas,
en Cuenca
Villar de Cañas ya no
es un pueblo fantasma. El 30 de diciembre, el segundo Consejo de Ministros del nuevo
Gobierno anunció que albergaría el Almacén Temporal Centralizado (ATC) para los
residuos nucleares de alta actividad durante 60 años, a partir de 2017. José
María Saiz, alcalde, dice que siempre miró por el bien de sus vecinos, sin
intereses políticos. “¿Cementerio? ¡Bastante el que ya tenemos aquí!”, enfatiza
Saiz. Esta decisión, apoyada por todos los
habitantes del pueblo, supone una regeneración económica importante en una de
las comarcas españolas más pobres, que ve el ATC como una oportunidad frente a la
crisis. “Hay una inversión de 900.000 euros y se crearán unos 500 puestos de
trabajo. También se instalará un centro tecnológico de investigación nuclear,
único en el mundo, que dotará a la
comarca de un gran prestigio científico”, comenta Saiz.
Por otro lado, el
almacenamiento de residuos se estaba convirtiendo en un problema muy grave para
todas las centrales nucleares del país. Fernando Legarda, investigador de
seguridad nuclear y protección radiológica de la Escuela Técnica Superior de
Ingeniería de Bilbao, afirma que “las centrales no pueden guardar todo el
combustible gastado a lo largo de su vida, por ello es necesario un ATC”.
Además, desde enero, España está pagando 65.000 euros diarios a Francia por almacenar
los restos nucleares del desmantelamiento de Vandellós I.
Enresa, empresa pública
responsable del ATC, afirma que se almacenará el combustible gastado en
cápsulas de acero inoxidable y dentro de bóvedas. Además, para garantizar una
mayor seguridad y ausencia de impacto ambiental, las naves del almacén serán de
hormigón. Legarda dice que el único peligro es el calor desprendido de las
bóvedas; sin embargo, al ser una cantidad pequeña, éste se puede evacuar sin
problemas. Del mismo modo, afirma que “si el almacén no es seguro, el Gobierno
no lo autoriza”.
Rodrigo Marcos, técnico
de la campaña de energía y cambio climático de Greenpeace, no piensa
igual. “El ATC es un proyecto
innecesario, muy caro y arriesgado. Una buena alternativa sería almacenar los
residuos allí donde se producen, construyendo almacenes temporales
individualizados”. También duda del transporte de los residuos en tren o por carretera,
desde cada central al almacén nuclear, ya que, en caso de accidente o sabotaje,
se exponen al riesgo de un escape radiactivo. Marcos asegura que Greenpeace
promoverá acciones para frenar la instalación del ATC y pedirá al Gobierno que
escuche sus propuestas.
Mientras, Villar de
Cañas. Sus calles vacías y fantasmales pronto se verán inundadas de
científicos, turistas, constructores y trabajadores que darán vida a un pueblo
de 400 habitantes cuya única salida, antes de la elección, era la agricultura o
el exilio.
Bien, bien. Ojalá pudieras haber presentado algo más largo, el tema da para un buen reportaje. Y esa zona de Cuenca también, llamarla "fantasmal" no es exagerar, para nada.
ResponderEliminarPor cierto, el alcalde del pueblo no es familia nuestra, que la gente es mu mal pensá.
Casi siempre, es mejor no escribir parrafadas largas que algo corto y bueno. Y no es de nuestra familia, pero es muy majo, como los Sáiz de toda la vida.
ResponderEliminar